La fotografía es una droga. Una droga de las que crea adicción, pero una adicción buena (para todo menos para el bolsillo). Yo empecé muy jovencita como fotógrafa de espectáculos, haciendo fotos a los turistas y vendiéndolas como recuerdo a la salida. Las cámaras eran de carrete, manuales, revelábamos en un cuartito minúsculo …